La vecindad de Santa Ana de Yacuma reunió ayuda para los dos jóvenes viudos que se negaron a acapararlo todo. Conozca las características de su cultura chimán que son dignas de imitar

17 de junio de 2024, 17:05 PM
17 de junio de 2024, 17:05 PM


Claudio Cayti y Alejandro Pache perdieron a sus familias. Tienen menos de 20 años, pero ya saben lo que es quedar viudos y llorar a sus hijos muertos. El hijito de 
Cayti murió aplastado por el puente del río Rapulo que se vino abajo un fatídico miércoles, el primero del mes de junio. Mientras que la esposa de Pache estaba embarazada.

La trágica noticia adquirió la atención nacional, voces indignadas reclamaron por qué una obra relativamente nueva -se la estrenó en 2010, como parte del programa Evo cumple- había colapsado, terminando con la vida de ocho personas, todas miembros de la comunidad chimán.

De chinelas, polera y pantalón, Claudio y Alejandro acudieron el sábado al entierro de sus familias. Cantaron en su idioma un son triste y profundo, y así se despidieron. 

Son un par de personas sencillas y la tragedia no logró oscurecer sus corazones. Cuando la población de Santa Ana de Yacuma se movilizó para ayudarlos, logrando juntar una gran cantidad de ropa, zapatos y víveres, ellos dieron un ejemplo de grandeza: lo compartieron todo.

Hicieron un semicírculo en el piso, ahí pusieron las cosas y las repartieron en partes iguales. No lo acapararon todo.

“Increíble, nos dieron una lección”, fue la expresión del párroco Germán Sosa, cuando vio cómo Claudio Cayti y Alejandro Pache, repartieron las donaciones que recibieron de la población movima. La nobleza de los originarios chimanes sorprendió a los pobladores y a la propia Iglesia. 

Son viajeros, se mueven en familia y no conocen el enojo

Los dos jóvenes se salvaron de morir porque salieron de debajo del puente para ir al pueblo (unos 3 kilómetros) a vender sus productos, como acostumbran desde siempre los miembros de esta comunidad indígena que venden plátano, maíz, arroz en chala, papaya, yuca, que son algunos de los alimentos que cultivan.

Ellos no son de Santa Ana, su comunidad es Turindi, que está ubicada a orillas del río Maniqui. Navegan y se detienen donde hay pescado para comer y se establecen en los asentamientos urbanos donde puedan vender lo que cosechan.

Su costumbre es viajar con toda la familia, hijos, yernos, nueras y si tienen perros y gatos, también se los llevan consigo. Justamente, la familia de Claudio y Alejandro navegó por tres días, para llegar hasta el puente del río Rapulo, donde solían asentarse por una temporada. La desgracia los alcanzó y los arrebató de este mundo.

​La ingenuidad y la humildad son parte de las costumbres chimanes, también el don de no conocer la envidia. 

El antropólogo Milton Eyzaguirre comenta que “lo más curioso de esta cultura es que no se permite el enojo. Pero cuando este sentimiento se apodera de uno de sus integrantes, lo que se hace es mandarlo al monte hasta que se le pase. Según ellos, el enojo trae mala suerte, e incluso puede llamar a la muerte. También se casan entre ellos como una forma de proteger su territorio”.

Claudio y Alejandro se hubieran quedado conformes con el entierro en fosas comunes de sus seres queridos envueltos en hule, como lo organizó la Dirección de cementerios, bajo la explicación de que no había espacio en el camposanto municipal. 

Costó rescatar los cuerpos que quedaron irreconocibles, incluso se tuvo que reunir las partes de las ocho víctimas. Pero cuando la vecindad de Santa Ana se enteró de esa circunstancia protestó por lo sucedido. Indignados reclamaron por un entierro digno, con cajones y nichos donde rendirles cristiana sepultura.

Con la mediación de la Iglesia y de la Defensoría del pueblo, finalmente ese entierro digno se logró este fin de semana . Pese a la desgracia del accidente y al dolor del primer entierro en fosas comunes, los jóvenes acataron humildes los designios del destino, y cuando este se suavizó con ellos, con la avalancha de ayuda que sobrevino, mostraron su grandeza: compartiendo las bendiciones.

Así recibieron la ayuda los chimanes en Santa Ana: 

Tampoco quisieron recibir el dinero que se juntó para ellos. "Fue increíble” afirmó el párroco Germán Sosa a EL DEBER. El religioso indicó que nunca vio algo similar. “Tienen un corazón grande. Pese a su pobreza, nos dieron una enseñanza del saber compartir con los demás”, complementó.

La profesora María del Carmen Ribera, que ayudó en la campaña, también quedó sorprendida con la actitud de los originarios. “No conocen la envidia, para ellos todo es comunitario. Les preguntaban ¿qué quieres para vos? y ellos respondían, queremos para todos. Impresionante sus valores con los que han sido formados. Ojalá no cambien nunca”, dijo la educadora.

Otra mujer que prefirió no ser identificada. Agradeció al sacerdote por la campaña en favor de los originarios. "Gracias padre (Germán Sosa) por la campaña que hizo por los hermanitos chimanes. Dios lo bendiga grandemente", dice la mujer en un audio que hizo llegar al número personal del padre Germán.

Los originarios cantaron en su idioma para despedir a sus seres queridos: 

Entre las donaciones, había ropa, zapatos, arroz, harina, azúcar, papel higiénico, aceite gaseosas, galletas y dulces, entre otras cosas, además de Bs 12.000 en efectivo, que la población de Santa Ana donó en una campaña impulsada por la Iglesia católica.

Los originarios recibieron ayuda de la población de Santa Ana de Yacuma El sacerdote Germán Sosa consuela a uno de los chimanes en el Cementerio General

“Tuvimos que convencerlos para que tomen el dinero, dijeron que era mucho y que solo necesitaban un poquito”, agregó Sosa; sin embargo, para que el efectivo sea aprovechado por los dos, algunas personas acompañaron a los originarios a las tiendas y mercados del pueblo para ayudarles a realizar compras de ropa y algunos objetos necesarios para su viaje de retorno a Turindi, comunidad de donde llegaron.  

Los originarios recibieron ayuda de la población de Santa Ana de Yacuma Los originarios rezan en las tumbas de los familiares fallecidos en Santa Ana

En la jornada del domingo, ambos tenían planeado zarpar nuevamente por el río Rapulo, emprender viaje, de unos tres días, hasta Turindi. La embarcación y el motor fuera de borda (peque peque) fueron donados por la Alcaldía local.

Iglesia pedirá indemnización para las familias

“Temo que se callen y que este caso quede en el olvido. Los jóvenes y la familia del corregidor (Nelson Vie Cuata), que también murió debajo del puente, deben ser indemnizadas. Lo perdieron todo”, afirmó el párroco Sosa.

Planteará que se les construyan viviendas en su comunidad. “Es lo mínimo que se puede pedir para ellos. Debe hacerlo la autoridad que corresponda. No se puede señalar, porque entre ellos se tiran la pelotita, mejor es dejársela en la cancha”, indicó.

Llegará ayuda desde Italia

Residentes de Santa Ana de Yacuma en Italia se organizaron y realizaron una campaña para ayudar a los originarios que sufrieron la tragedia. El dinero será transferido a la cuenta del párroco del pueblo.

“Dijeron que la próxima semana nos harán el depósito, estamos esperando. Ellos ya saben (Claudio Cayti y Alejandro Pache) y una vez sea efectivo les haremos conocer para que puedan pasar a retirarlo”, cerró Sosa.

Los cuerpos de las ocho personas que perdieron la vida fueron sepultados en el mismo municipio, luego de que este fin de semana fuesen exhumados y trasladados del Cementerio Covid al General.

 A los 13.600 chimanes que se contaron en el último Censo, se le tendrá que descontar estas preciosas ocho vidas que ya no están en este mundo con los suyos, para quienes se cantó y lloró este último fin de semana.

Lista de fallecidos 

1.- Nelson Vie Cuata (corregidor)
2.- Ana Pache Saravia
3.- Yair Cayti Cari, 3 años
4.- Dilcia Vie Pache, 8 años
5.- Aneida Vie Pache -10 años
6.- Sonia Vie Pache, 15 años
7.- Sandalio Cayti Pache, 28 años
8.- Erika Cari